Vivir por Él.


(Jn 6, 52-59) Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 

Son muchas las evidencias de que hemos construido contextos locales y globales proclives a generar bolsas de soledad y desamparo. Una situación análoga rodeó a Jesús. Entonces, al igual que hoy, se ofrece como un tủ que quiere permanecer en y entre nosotros. Se brinda para inaugurar una relación fundamental que corte nuestro individualismo. Pero es con Él, con su «carne». y su «sangre», no con un sucedáneo de sí mismo. Jesús pretende ser ese tú que anhelamos y que, sin embargo, soslayamos. Nos considera interlocutores libres como para amar y ser justos. Intenta formar parte de nuestra historia para que fornemos parte de la suya...
 
Ese puede ser el principio sólido, por fin, de un mundo mucho más reconciliado, donde las soledades y los desamparos sean solo recuerdos de leyendas pasadas.
 
 

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