. (Mt 18, 12-14) Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. Nuestra sociedad está subyugada por los criterios de maximilización del beneficio y se desinteresa de las «ovejas perdidas», No son nada productivas y su cuidado necesita compromisos personales e institucionales de enorme coste. Esta sociedad es un buen proyecto para el mal, como dice Victor Manuel, . Una vez más, la parábola pone en evidencia el estilo de Jesús de ver las cosas. Acostumbra a detectar necesidades puntuales, no genéricas, y a responder a ellas con toda intensidad. Su vida pública está cuajada de aten- ciones particulares y gestos concretos. Quiere regirse por lo cualitativo, no por lo cuantitativo. Se ratifica así, de nuevo, que DioS piensa con otros esquemas que los nuestros. Tam- bién con otro corazón: el que le prohíbe dejar pasar de largo cualquier atisbo de tristeza, esa que explica que no pocas Ovejas se pierdan.