El Mesias esperado.

Basílica de la Anunciación. Nazaret
COSAS DE DIOS

21 de Diciembre de 2008
4 de Adviento (B)
San Lucas 1,26-38


Por más que uno le de vueltas a la cosa, no hay más remedio que decir que "a Dios no hay quien lo entienda". Su comportamiento es tan distinto del nuestro que nos saca de quicio. ¿Es verdad aquello de que escribe derecho con renglones torcidos"? ¿O no será más bien que nosotros denominamos torcido a lo derecho y viceversa?
Su modo de ser y actuar extraña. "A los seis meses -dice Lucas- envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, que se llamaba Nazaret, a una joven prometida a un hombre de la estirpe de David, de nombre José; la joven se llamaba María".
El comienzo de este relato es sorprendente. Gabriel (Dios es fuerte) era el encargado de asuntos exteriores del Padre Eterno en la corte celestial . Tenía por misión revelar a los hombres el sentido de las visiones y explicar el significado de la historia; a él le tocaba anunciar la venida del Mesías, como cuenta el libro de Daniel (8,15; 9,2lss).
Pues bien, el angélico delegado se desplazó en comisión de servicios a una aldea ignorada por todo el Antiguo Testamento, e incluso por historiadores contemporáneos como Flavio Josefo. La aldea era Nazaret. Lucas, poco conocedor de la geografía de Palestina, la llama "ciudad". Nazaret pertenecía a Galilea, la provincia menos ortodoxa de todo el país; provincia siempre pronta a revueltas políticas y formada por gente poco observante de la Ley de Dios y de las buenas costumbres; para más datos, era nombrada despectivamente "Galilea de los gentiles".
En la aldea de Nazaret vivía un joven, de nombre José. Acababa de contraer matrimonio con María, cuya edad debía rondar los trece años, edad a la que solían casarse las muchachas de su tiempo. (En una inscripción de la época se habla de una mujer que murió a los treinta y cuatro años y era abuela de muchos nietos).
Aunque José y María habían contraído matrimonio (ceremonia privada que consistía en la firma del contrato), aún no vivían juntos, cosa que ocurría, según la costumbre, un año después de los desposorios.El ángel se dirige a María (la amada o ensalzada de Yahvé) saludándola como si se tratase de Gedeón, Judit o cualquier otro gran personaje bíblico. "Ella se turbó con aquellas palabras, preguntándose qué saludo era aquél". Y el ángel añadió: "No temas, María, que Dios te ha concedido su favor. Pues, mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús..." A lo que ella objetó: "¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra...
El caso de María, que concibe sin intervención de varón, es único en su género. En la Biblia se refieren casos de madres estériles, que dan a luz por intervención de Dios, pero siempre con colaboración de varón. Lo de María es nuevo e inesperado. Con este lenguaje, tan extraño al hombre de hoy, se indica que Jesús nace por entero de Dios y es un proyecto sacado adelante por Dios mismo; Dios, y no el hombre, lleva la iniciativa. Más que hablar de la virginidad de María -que también- se alude aquí a la concepción especial de Jesús, como resultado de una no menos especial intervención de Dios.
Desconcertante Dios que se fija en los que no cuentan en la tierra -María y José, aldeanos, obrero él, ella sus labores- para sacar adelante el más perfecto de sus proyectos. Ya estaba anunciado: "Dios derriba del trono a los poderosos y levanta a los humildes". Cosas de Dios...

Anuncia el nacimiento de Jesús. Pásalo

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