Jueves 16 de julio de 2009. María del Carmen
Éx 3,13-20: “Soy el que soy"
Sal 104: El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Mt 11,28-30: “Soy tolerante y humilde de corazón”
Tenemos hoy el tercer y último tema del capítulo 11 de Mateo. Hay un contraste muy fuerte que a veces no somos capaces de captar en su genialidad. Ante la propuesta y vivencia del judaísmo, con sus leyes, reglas y “mandamientos”, que se convierten en un peso para la gente que los asume o en un imposible para los pobres y pecadores, Jesús lanza una nueva propuesta: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados”. Si bien es cierto que el camino de Jesús es difícil e implica sacrificio, entrega, persecución y martirio, también es cierto que él se ofrece como alivio, consuelo, esperanza para los que han asumido con radicalidad la cruz. Propone la mansedumbre y la humildad como criterios esenciales para el seguimiento. Sin estos dos elementos, el sufrimiento que comporta seguir a Jesús se convierte en arrogancia, resentimiento o soberbia. Pero esto no significa que Jesús proponga una actitud de resignación pasiva ante el sufrimiento. El dolor y el sufrimiento no son ideales de vida. Al contrario, se pueden considerar como antivalores. Pero la propuesta del Maestro es una invitación a llenar de sentido salvífico y liberador el sufrimiento humano, sobre todo el que se desprende del anuncio del Evangelio. Así lo han demostrado muchos mártires, confesores y testigos a lo largo de la historia, en especial de nuestra América latina.
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