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Mostrando entradas de octubre, 2009

Todos los Santos.

Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

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Hambre: vergüenza humana, cólera divina Por José Ignacio González Faus* Hambre...Hace ya más de 35 años, resumí la reflexión teológica que estaba intentando realizar en una estrofa de Atahualpa Yupanki: “Hay cosas en este mundo / más importantes que Dios / que un hombre no escupa sangre / ‘pa’ que otros vivan mejor”. Versos que se cargan de energía en un mundo donde 3.000 millones de seres humanos escupen sangre, mientras tres o cuatro millones de multimillonarios viven cada vez mejor. Versos que merecen una doble exégesis. Desde el punto de vista de lo que Bonhoeffer llamaba “una noción general de Dios”, la estrofa es cierta. Desde el punto de vista de los que creen en Dios tal como se reveló en Jesucristo, la estrofa cobra intensidad porque (como escribí entonces) “es Dios mismo quien nos hace saber que hay cosas en este mundo más importantes que Él”. Y que toda búsqueda de Dios que se aparte de este camino sólo encontrará un ídolo. Pero si Dios mismo nos hace saber eso, Su revelació

El grano de mostaza.

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“Crece el grano, se hace un arbusto” El reino es esa diminuta semilla que Dios ha sembrado en el corazón y que permite al ser humano alzarse por encima de su propia animalidad y por sobre los condicionamientos sociales y culturales que pueden reducirlo a lo peor de sí mismo. La semilla de mostaza es diminuta, pero sabrosa. Es capaz de transformar el alimento más insípido. Es también capaz de generar una planta que, sin tener la magnitud de un cedro o un roble, ofrece protección y cobijo a las aves errantes o que están de camino por el cambio de estación. El reino es esa semilla que tiene el poder de transformar nuestras vidas anónimas y alienadas en experiencias de amor y alegría. El reino es capaz de darle sabor al grupo humano más desorganizado e insípido. El reino es, asimismo, el proyecto que acoge y favorece a todos aquéllos que tienen la misericordia de Dios como único amparo. El reino también es comparado con la levadura que transforma la masa. Aunque su porción es diminuta en c

Evangelio del domingo 25 de octubre

Evangelio del domingo 18 de octubre de 2009

Pautas para orar con niños y adolescentes

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En busca de un Decálogo “Vieron que era imposible y se pusieron a realizarlo” 1. La oración es un encuentro de persona a persona. Enseñar a orar no es enseñar oraciones. La oración no es un encuentro con fórmulas, por muy bonitas que éstas sean; tampoco es un encuentro con una ideología por muy apasionante que ésta sea. Si no hay personas no hay oración. Solo entre personas puede surgir la amistad y la oración como encuentro de amigos. Película: “Hijos de un mismo Dios”. Unos padres judíos, por salvar a su hijo, en tiempos del nazismo le hacen aprender las oraciones cristianas. 2. La oración no tiene nada que ver con infantilizar al niño. “La primera huella será siempre fundamental en el niño. Hay que proporcionarle, ya desde la infancia, una formación de calidad en un lenguaje adecuado; pero de contenido preciso y sencillo” (Pablo VI). Cuatro tiempos de la educación de la oración: tiempo de narrar, tiempo de comprender, tiempo de dejarse atraer, tiempo de comunicar. 3. Las vivencias

Domund 2009.

La Palabra, luz para los Pueblos. DOSSIER DE PRENSA DOMUND 2009 (Haz click aquí) Vídeo: "Pasajeros de la Palabra"(I) Vídeo: "Pasajeros de la Palabra"(II)

Evangelio del domingo 11 de octubre

Formación de Catequistas

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Señor, enséñanos a orar.

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A diario rezamos el ‘Padrenuestro’. Si estamos afligidos, para hallar consuelo; si estamos felices, para agradecer al Señor. Esta sencilla oración nos acompaña desde la infancia y nos descubre el camino de la vida como discípulos del Señor. Esta oración, en su particular sencillez, condensa toda la espiritualidad cristiana y nos convoca a vivir una experiencia de Dios que transforme nuestra persona y nuestros vínculos con el prójimo y con la naturaleza. La oración comienza con un reconocimiento explícito y afectuoso de Dios como Padre. En los albores del Antiguo Testamento, el Génesis nos lo hace descubrir como creador, dador de bendición y de promesa. El Exodo nos descubre a ese Dios que sale en rescate de su pueblo y lo libera de la esclavitud para llevarlo a una vida nueva. El mismo Dios que orienta a su pueblo para que viva en armonía y respeto cumpliendo sus mandamientos. El Levítico nos muestra el camino de santidad que abre el vivir la voluntad de Dios. El libro de los Núm

Por los Derechos humanos.