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Mostrando entradas de enero, 2011

Felices.

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Resulta reconfortante que Mateo haya abierto la enseñanza del maestro Jesús con palabras de ánimo para sus alumnos. Cercano a ellos, Jesús les dice: ¡Dichosos vosotros! ¡Ánimo! ¡Desbordad de alegría! Adoptando actitudes y adquiriendo comportamientos comprometidos y poco cotizados socialmente, el alumno de Jesús corre el riesgo de vivir situaciones tan difíciles y duras, que le lleven a experimentar desilusión y soledad, y a sacar la conclusión de que los compromisos adquiridos son demasiado arduos para él. Es precisamente entonces cuando cobran sentido las palabras de cercanía y de ánimo de Jesús, asegurando al alumno la cercanía y el calor de Dios. ¡Y la palabra de Jesús no es de las que el viento se lleva! Esta es la recompensa del alumno. Nada de esto tiene que ver con resignación o alienación, como injusta y torticeramente se sigue todavía escuchando. Sólo desde el odio, la mezquindad o la falta de instrucción se pueden tergiversar las palabras de Jesús.

Para los sencillos (Dom IV T.O)

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Cercania del Reino.

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La necesidad de cambio no puede producirse sin una conversión interior. ¿Qué significa hoy esto? Colocar nuevamente a Dios en primer término. Sacar nuevamente a la luz la prioridad de Dios, que se vea que Dios existe, que Dios nos incumbe y que Él nos responde. Preguntarse por las palabras de Dios para dejar que ellas iluminen, como realidades, el interior de la propia vida. Debemos arriesgarnos nuevamente a hacer el experimento con Dios a fin de dejarlo actuar en nosotros y en nuestra sociedad. Sólo así el señorío de Dios cobrará todo su sentido, la tiniebla desaparecerá y la luz brillará en todo su esplendor. El calor del hogar - Brotes de Olivo

Él (2º Domingo del Tiempo Ordinario.)

Cordero.

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Seguimos en tiempo de Epifanía, de manifestación de Dios a través de Jesús. Se nos invita a ahondar en Jesús, ese judío que vivió hace dos mil años, con capacidad para erradicar de nosotros lo que nadie puede erradicar, el pecado, y para hacernos libres en lugar de esclavos, otorgándonos la dignidad y plenitud que el pecado nos roba. Jesús es el Hijo de Dios. La erradicación del pecado pasa por la muerte de Jesús. Tremendo, pero cierto. Misterioso, pero real. Jesús es el Cordero de Dios. De todos los acercamientos posibles a Jesús, el realmente completo es el que descubre en él al Cordero y al Hijo. Vamos descubriendo a Jesús porque no lo conocemos de antemano. Al ir descubriéndolo, nos convertimos en testigos suyos ante los demás.

Bautismo de Nuestro Señor.