Cordero.

Seguimos en tiempo de Epifanía, de manifestación de Dios a través de Jesús. Se nos invita a ahondar en Jesús, ese judío que vivió hace dos mil años, con capacidad para erradicar de nosotros lo que nadie puede erradicar, el pecado, y para hacernos libres en lugar de esclavos, otorgándonos la dignidad y plenitud que el pecado nos roba. Jesús es el Hijo de Dios.
La erradicación del pecado pasa por la muerte de Jesús. Tremendo, pero cierto. Misterioso, pero real. Jesús es el Cordero de Dios.
De todos los acercamientos posibles a Jesús, el realmente completo es el que descubre en él al Cordero y al Hijo.
Vamos descubriendo a Jesús porque no lo conocemos de antemano. Al ir descubriéndolo, nos convertimos en testigos suyos ante los demás.

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