Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo A





 

 Dios nos ama en los que nos rodean.

Proyectos, reuniones, planes, encuentros, compromisos… prisas, agobios, estrés… no cabe duda de que nuestra vida es un auténtico trajín y en medio de ese constante ir y venir, a veces, surge en nuestro interior una pregunta que, si la acogemos con serenidad, nos puede resituar: “De todo lo que vives, ¿qué es lo esencial, eso que da hondura y sentido a tu vida?”. Posiblemente nos encontremos con respuestas variadas pero seguro que una de la más repetida es el amor. Así nos lo recuerda Jesús en el evangelio de hoy, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente” y añade “a tu prójimo como a ti mismo”. Y es que la propuesta de Jesús para que cada uno de nosotros pueda vivir con sentido, con verdad y plenitud no es otra que una vida centrada en el amor, no solo a Dios sino a cada una de las personas que nos rodea.

Por eso, quizá hoy es un buen día para que hagamos un paréntesis en nuestro trajín diario y que dediquemos un poco de tiempo a hacer memoria, a recordar (pasar por el corazón) cómo Dios ha estado presente en nuestra vida a través de personas, acontecimientos… hoy es un buen día para hacer silencio y sentir cómo Dios nos mira a cada uno como hijos salidos de sus entrañas…  escuchar cómo nos bendice y pronuncia sobre cada uno “es muy bueno” (cf. Gn 1, 28. 31). Hoy es un buen día para ahondar en nuestra experiencia continuada de cuidado y protección de Dios que va fortaleciendo nuestra confianza de sabernos creados por amor, de ser dignos de amor de tal manera que ni nuestra pequeñez ni nuestro pecado ponen en riesgo ese amor. Reconocernos únicos e irrepetibles, hijos predilectos de Dios, nos posibilita vencer los miedos, dejar de lado nuestras rivalidades y, lejos de encumbrarnos, nos invita a reconocer esa misma condición de hijos amados de Dios a cada una de las personas que nos rodean. Seguro que después de este recorrido, brota de nuestros labios algo como esto: “Me has amado Señor, mi Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente” y has amado a mi hermano, a mi hermana como me amas a mí”. ¿Cómo no responder a ese Amor recibido con nuestro amor, aunque sea imperfecto?. 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andaban como ovejas que no tienen pastor. XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)

He visto al Señor y ha dicho esto. SANTA MARÍA MAGDALENA, fiesta