¡Despertad!



 
 

¡Mirad, vigilad, velad!


Nuestra fe, nadie e vivamos sin ella, está siempre cuestionada desde la realidad de una vida que no se detiene, que anda buscando nuevas respuestas y nuevas soluciones a lo difícil que es vivir. A veces se refugia en fórmulas o ritos o rutinas. Son expresiones con significado, pero deben estar confrontadas con la vida. Ahí es donde podemos encontrar a Dios. Pero también Dios se niega a ser tratado como una frase, un rito, una fórmula repetida. Es Alguien Vivo y con un corazón que siente y quiere sentirse querido y acogido. No utilizado. ¿Vamos a prepararnos para acogerlo?
El Adviento nos invita a revisar nuestra forma de vivir la fe en Dios. Esa fe no descansa en rutinas, necesita vivir siempre en la frescura de la vida que, como el río, corre y se renueva y aborda las dificultades y va limando obstáculos y va haciendo cauce. Con Dios siempre es posible, pero hay que estar despiertos.

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