Encontraréis un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre.




 

Es Navidad: el día en que recordamos que Dios se hizo como nosotros y compartió nuestro destino desde nuestro primer aliento. Por mucho barullo feo que notemos alrededor nuestro, a partir de hoy podemos empezar otra vez con el rostro de Dios a nuestro lado. La Palabra se encarna hoy en un niño entrañable, que crecerá para enseñarnos una forma de vida que, enraizada en lo cotidiano, con conflictos y felicidades, se empeñará  en anunciar un modo de vida nuevo. El Reino de Dios. Un Reino que empieza desde abajo, desde un recién nacido en un pesebre. En ese Jesús hemos de encontrar el rostro de Dios, ese que nadie ha visto nunca. El que acampó entre nosotros y no quisimos ver. La Luz que no acogemos.  Juan gritaba en el desierto palabras de luz. Preparad sus caminos, alumbrad sus veredas. Abriros y conocedle. Dejaros alumbrar por dentro como por fuera. El que se abre a Luz y la conoce, ilumina su interior. Es capaz de enfrentarse a sus temores, a sus oscuridades. Jesús nace pequeñito para encarnar la Palabra, la Vida, la Luz, el Testimonio, el Conocimiento, la Gracia, la Plenitud y, por supuesto, la Alegría

En la vida “encarnada” de Jesús, con toda la experiencia de limitación que significa y provoca nuestra realidad material, sufriéndola hasta sus últimas consecuencias de muerte y dolor, él nos habla de esperanza. Esa fuerza que es capaz de movilizar a los más vagos, indolentes o cansados. Jesús es y señala el futuro de la humanidad, porque ha venido a vivir nuestra vida en sus extremos y enseñarnos el camino que conduce de la pequeñez material de un niño, o de la pequeñez moral de un adulto, a la grandeza de un ser humano que, sensible al dolor y necesidades de los demás, acompaña, anima, levanta, abraza y reanima a quien no sabe, no quiere o no puede seguir adelante en su proceso de ser humano y hermano con todos. Dios en Jesús es los más Humano que la Humanidad puede soñar y encontrar y construir y ser. Dejémosle un pequeño rincón de nuestro mundo interior para que nazca. Se verá el resultado.

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