¡Aleluya, ha resucitado! VIGILIA PASCUAL. Ciclo B.

  

(Mc 16, 1-7) Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado

El silencio de Dios ha cruzado todo el Sábado Santo
hasta esta vigilia. El tiempo ha pesado demasiado.

En el aire sobrevolaba la pregunta de si, después del Gólgota, se và a pronunciar de nuevo una Palabra, una vez que esa Palabra ha sido dicha y ajusticiada. Pero ¿Qué es lo que queda aún por ofrecer a la humanidad para que se abra un horizonte positivo? ¿Qué más se le puede brindar? ¿Qué sentido tiene señalar una salida a quien obstinadamente la desprecia? ¿Merece la pena figurarse que todavía le queda una segunda oportunidad al mundo cruel que somos?.
Por eso cuesta tanto el silencio ensordecedor del Sábado Santo.

Es totalmente justo que el cielo se calle. Sería hasta razonable que se enojase. La oración que se pueda hacer en Sábado Santo parece tardía, llega aparentemente con retraso ¿Pedir a Dios qué, si cuanto nos ha dado lo rechazamos? Solo queda esperar en medio de la completa desesperanza, guiados por quienes esperan de todas formas. Como María Magdalena, que, muy nerviosa, está dispuesta a salir al alba el domingo para dirigirse a la tumba del Señor. Ella es la primera que experimenta lo inimaginable: iQue el silencio del Sábado Santo no será terminante!

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