"Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura" (Jn 12, 1-11). Lunes Santo.


Qué distinta la reacción de Judas Iscariote a la de María de Betania en los prolegómenos de la muerte de Jesús. Ambos, a su manera, comparten haber sido discípulos. Pero es notorio cómo Judas se ha desconectado de su Maestro. Ya no le cree. El gesto de María hace saltar lo que le distancia de El: para Judas, Jesús no fue adaldid de otro mesianisno más contundente, más práctico y más resolutivo, y ha fracasado. 

En cambio, María está viendo al Mesías definitivo, cuya muerte se aproxima y para la que adelanta la unción ritual que practicaban los judíos. Pero María lo hace porque reconoce el misterio de vida resucitada presente en la muerte próxima de Jesús. Su fe es la que perfuma a su Señor.

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