«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». MIÉRCOLES SANTO.

 
(Mt 26, 14-25) "El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado”. 

La historia personal de Judas punza amargamente al corazón. Siempre  queda la pregunta de por qué no pudo reaccionar antes de caer en la tentación de provocar el arresto de Jesús. Esa reacción vendría después, pero tarde, y desataría en Judas una culpabilidad galopante que lo terminaría matando. El discípulo fallido ejemplifica el escándalo que despierta la asimetría entre lo que se nos da y lo que
devolvenmos en respuesta a esos dones; entre lo que recibimos gratuitamente y lo que devolvemos interesadamente. La confianza que Jesús depositó en Judas no se compadece en absoluto con el desapego que lo mutó en un renegado... 
 
En cualquier caso, Judas sacude nuestro seguimiento a veces cicatero. Nos ayuda a detectar el itinerario de nuestras ingratitudes y a discernír la dinámica que se resiste en nosotros a seguir a quien es todo don de sí.

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