«José, hijo de David, no temas acoger a María».




(Mt 1, 16. 18-21. 24a) Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. 

San José encarna una forma de estar presente efectiva y silenciosamente. El carpintero de Nazaret,
a través de su presencia diaria, discreta y oculta, da nacimiento a lo fundamental sin tener que apoyarse en nada extraordinario. 
 
Es testimonio continuo de resiliencia, de acogida a lo imprevisto e incalculable. Aprende, desde el principio, que lo que se va a escribir no es exactamente la historia que él hubiera imaginado, pero reconoce, al mismo tiempo, que ha sido llamado a desempeñar un papel crucial en ella. Sin saber el guion, porque no ha participado en su escritura, acepta ser parte esencial de la narración. Encaja los condicionantes sucesivos que se conjugaron en el origen accidentado y la infancia de Jesús. Responde a la realidad, no discute con los hechos que se le presentan ya consumados, acaba afrontando cuanto viene en un mundo como el nuestro, que se dice a sí mismo imprevisible, incierto y volátil.

La figura de san José aporta una espiritualidad clave para andar
por entre tantas inseguridades crónicas de la realidad cotidiana. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andaban como ovejas que no tienen pastor. XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)

He visto al Señor y ha dicho esto. SANTA MARÍA MAGDALENA, fiesta