«Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Martes Santo.



(Jn 13, 21-33. 36-38). Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.

El grupo de discipulos se rompe poco a poco. Aturde y debilita el ánimo ver cómo se suceden las deserciones. El camino al Gólcota hace estallar por los aires la fidelidad de quienes constituyeron el círculo más íntimo de Jesús. 
 
Habitualmente nos fiamos en los dolores fisicos que le infligió la Pasión. Dejamos a un lado los dolores morales y psicológicos que también hubo de arrostrar. Los imaginamos a propósito del derrumbamiento estrepitoso de sus vínculos fundamentales con los discípulos, a los que había considerado «amigos» desde el principio. Todos llegaron al extremo de la traición, no solo Judas Iscariote. Hasta Pedro se suma al desastre. Y, sin embargo, Jesús no se desmorona. 
 
Como siempre, es capaz de esperarnos incluso más allá de nuestra ingratitud, cuando el gallo ha dejado de cantar.


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