«No he venido por mi cuenta, sino que él me envió».





(Jn 8, 31-42) «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

«La verdad os hará libres». Para afirmar eso, se ha tenido que realizar un largo viaje. La verdad coloca las cosas en su sitio. Da lustre a lo auténticamente bueno. Sentencia justicia donde se empañó la equidad. La verdad recupera el contorno esencial de todo. Despeja la apariencia y te conforma con lo que eres. La verdad es el único camino válido hacia nuestra identidad... Pero, por eso, exige un recorrido arduo y arriesgado. Mientras lo realizamos, conocemos mejor simultáneamente la mentira y su amenaza. La vida deja de ser segura y se convierte en un escenario de conflicto. Pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Romanos 5, 20). 

Así lo experimenta Jesús al oponerse a parte del mundo
Judío. Y, sin embargo, no teme nada, porque la verdad lo ha
hecho libre.

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