El camino de la Resurrección.


(Lc 24, 13-35) Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

No podemos rendirnos a la evidencia y quedarnos en la pasividad del desaliento. Hemos de ponernos en camino, recorrer el itinerario que nos lleva a la compañía del Resucitado, a ser sus compañeros, a ompartir el pan con Él.
 
La huida de los discípulos hacia Emaús recuerda que no podemos protegernos del impacto de la muerte de Jesús. Hemos de permitirle penetrar por todos y cada uno de nuestros sufrimientos y ponerlo así delante de ellos. Nuestros dolores tienen que tornarse hacia el dolor único de la cruz para que salgamos de nosotros mismos. Ante el Crucificado, nos están vedados los rodeos al sufrimiento. Por allí donde creíamos que no podía sufrirse más, ya pasó Dios con su padecer, dejando el mensaje de que conoce nuestra soledad y colocando la suya a la vera de la nuestra. Esa es la gracia del camino hacia Emaús: ique lo hemos de recorrer necesariamente para celebrar la eucaristía en el mismísimo centro de cualquier sufrimiento humano!
 
 Reconocemos siempre al Resucitado al partir el pan. 
 

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