El salto a la fe.


(Jn 21, 1-14) « Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado» 

«Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era»... Quedarnos dentro y cerrados no siempre es una gran idea. La Resurrección tira de nosotros para qwe salgamos de nuestros encastillamientos. Pone palabra a lo que no se pronuncia con el fin de sacarlo de sí mismo. Lo dota de nombres, ejemplos, historias y poesía...: todo eso que precisan nuestros callares, especialmente los dolorosos, para ir afuera donde la vida circula. Y es en el diálogo y el compartir como las penas sonríen, las dudas se desenredan y los sentimientos vislumbran esperanza. Jesús no siempre lo consiguió con sus discípulos. Callaron demasiado. Lástima de silencios llenos de miedos. Jesús les habría podido dar Palabra, la Suya, para serenar toda tristeza y sortear la tentación de la melancolía. Así lo intentó de nuevo al borde del lago. 
 
La  voz del Resucitado nos desborda.. nos eleva y lanza hacia Él. Nos acoge, alimenta y da calor. La voz del Resucitado llena muestras redes vacías, nos abre los ojos a descubrirlo y, como a Pedro, nos impele a saltar al lago. Es el salto a la fe. 

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