Jesús, Puerta y Pastor.


(Jn 10, 1-10). Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

Fuera del redil amenazan ladrones, lobos y otros pastores interesados. Las ovejas no pueden exponerse, sin más, a tales riesgos. Su pastor es el que les posibilitará ir al pasto seguro. Jesús así lo atestigua con dos matices. En primer lugar, resulta que el redil dispone de una puerta sola. Es decir, la vida auténtica no es accesible a través de otras alternativas. El discernimiento para acertar con esa única vía de salida, la que señala la voz conocida del pastor, constituirá el ejercicio espiritual por excelencia en medio de otros señuelos falsos. En segundo lugar, la amenaza en torno al redil no es total. Hay una puerta que emboca a una senda que es segura: frente a cuanto la niega, la vida tiene su opción.. a pesar de todo.

Jesús no es sólo el Buen Pastor, sino también la puerta del redil. Es una puerta abierta. El único modo de entrar en este rebaño y formar parte de él es el mismo Cristo, la fe en Él, la inserción plena y definitiva en su entrega. 

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