Poseer la vida eterna.


(Jn 3, 31-36) «El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano» 

San Juan Bautista es quien está pronunciando estas  palabras. En ellas vuelve a sonar el camino de relativización de sí mismo respecto al que «está por encima de todos». Ante Jesús, Juan etiqueta su propio aporte como no definitivo. No tiene sino máximos para Jesús: es «el que viene de lo alto» y «el que Dios envió»; absolutamnente todo está «en su mano». El Bautista hace demostración de una extraordinaria capacidad de discernimiento sobre cuál es su misión. Es consciente de que su papel es limitado, simplemente un eslabón de una cadena que no termina. Jesús posee la preeminencia y Juan la señala: la novedad reside en el «Hijo», Cuanto disminuyamos en Él será paradójicamente lo que lleguemos a ser... hasta que Él sea todo en nosotros.

El máximo poder consiste en dar vida, en derramar el Espíritu sin medida. Jesús nos pide fe, abrir la puerta, dejarnos invadir por la gracia que con Él llega.

Creer que Jesús es el Señor no es solo una esperanza que proyectamos hacia el futuro. Es experimentar ya hoy, en este lugar precario que es la vida de todos los días, que las palabras dichas por Jesús marcan ya la diferencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andaban como ovejas que no tienen pastor. XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)

He visto al Señor y ha dicho esto. SANTA MARÍA MAGDALENA, fiesta