Ver y creer.


(Jn 6, 35-40) Esta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna. 

Es dificil asumir la vida y cuanto exige si el mundo lo juzgamos vacío, abandonado a su propio albur, como una contingencia continua ante la que lo mejor es guarecerse bajo la suerte que nos toque a cada uno. Ese mundo es el que, en principio, parece el más real. Jesús pide, sin embargo, que enfoquemos más nuestra mirada, porque vamos a descubrir una intención benevolente detrás de todo. La realidad está bajo una voluntad que la apadrina y protege. Dios está decidido a que «no se pierda nada». Por ello en la Pascua caminamos hacia el convencimiento de  cómo Dios, en Cristo Jesús Resucitado, se nos da por completo. Tal voluntad de entrega convierte al mundo en un hogar. Y ese es el mundo más real. La casa común de todos cuantos ven al Hijo y creen en Él. 

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