La alegría es el fruto del Espíritu Santo.


(Jn 16, 16-20) Estaréis tristes , pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. 

El evangelista Juan es prolijo en rellenar de fondo y forma la ausencia futura de Jesús. Será una presencia de nuevo fuste, en la que el Espíritu entablará un diálogo continuo con nuestra conciencia, actualizando el Evangelio. Infundirá rebeldía ante la injusticia e insobornabilidad ante el mal, a la vez que comunicará imaginación para el servicio y vías para la fraternidad. Mientras esa comunicación fluye, el Espíritu dulcifica nuestras heridas, nos saca de nosotros y nos trasplanta a la comunidad. Logra que podamos leer la vida como una historia con posibilidad de ser distinta, porque hace florecer la inteligencia para la reconciliación y el encuentro. Será evidente entonces lo que promete Jesús tan tajantemente en su ausencia: 
 
«Vuestra tristeza se convertirá en alegría»
 

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