Que sean uno, como nosotros.


(Jn 17, 11b-19) Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste.

El «mundo», en Juan, es cualquier dinámica que confina el corazón y lo hace egoista. Le quita claves de esperanza y le sustrae la creatividad necesaria para contrarrestar el desamor humano. Lo mundano es corrosivo porque provoca la pérdida del sentido de la gratuidad. Obstaculiza encontrar formas para acertar con la paz. Tienta para optar por las mil y una versiones de la muerte. Por tal motivo, la misión que propone el Evangelio es inyectar en el «mundo» imaginación para la vida. No se trata de condenarlo, sino de convencerlo de que el amor es parte, la más importante, de la solución. La Iglesia tiene, en suma, la encomienda de ser latido de fe dentro de un «mundo» desolado por ser descreído de Dios y, sobre todo, de sí mismo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andaban como ovejas que no tienen pastor. XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)

He visto al Señor y ha dicho esto. SANTA MARÍA MAGDALENA, fiesta