Andaban como ovejas que no tienen pastor. XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)


(Mc 6, 30-34) «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».

Esta escena da una luz potente sobre cómo afrontar el discipulado. Estará marcado por una tensión interna. Por una parte, se trata de una vida desbordada de actividad.
Los discípulos se encuentran con multitud de precariedades, en  respuesta a ellas, realizan una labor ingente e imparable. Literalmente, no hay espacio «ni para comer». Pero, por otra parte, Jesús conciencia a sus discípulos de que ese activismo erosiona. Les propone entonces descanso. No es un mero corte, es descanso que pretende la recuperación de lo esencial en «un lugar solitario». Podemos suponer que así lo hizo frecuentemente en el marco de una itinerancia intensa, durante la cual se reproduciría la misma escena: quienes buscan al grupo «fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron», La tensión entre acción y contemplación modula el seguimiento de Jesús. Presume un discernimiento constante ante un mundo muy crucificado que no cesa de reclamar atención inmediata. Pero esa tensión protege. Los imperativos del descanso y del cuidado mutuo de los discípulos impiden actuar desde cualquier motivación y en cualquier estado personal y comunitario. El seguimiento puede desfigurarse y entramparse en una dinámica de traición a sí mismo. También en este caso se puede decir que no vale todo.
 
 La tensión entre acción y contemplación modula el seguimiento de Jesús.

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