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Mostrando entradas de octubre, 2024

Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"

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  ..(Lc 13,22-30: El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no llo conseguiran? El Reino es ámbito de paradojas. Da un vuelco al mundo que conocemos y lo ordena de otra manera. Por eso, el Evangelio no es evidente por sí mismo. Que los últimos sean los primeros no es plausible de entrada. Fue lo que se comprobó en aquel entierro sonado de un párroco memorable. No sorprendió el gentío que se concentró par llorarlo, sino quienes se apiñaban al fondo de la iglesia, torpes en sus gestos litúrgicos y mudos en los rezos. Eran vecinos de un barrio marginal próximo a la parroquia, pero que  no pertenecía a ella. El párroco había ayudado a muchos de ellos... Aquellos últimos habían sido sus primeros.

Las paráholas del Reino de Dios

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  (Lc 13,18t-21).  ¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Todo hace suponer que Jesús quedó impactado por cuanto fue su etapa nazarena.  cómo era el reloj de Dios para su historia de salvación. El grano de mostaza y la levadura no son imágenes ocurrentes sobre la dinámica del Reino. Jesús tuvo que concluir, así lo vio en el pan. Esa Nazaret está enla manera de actuar Dios. Se asemeja a cómo crece una semilla diminuta y cómo se fermenta el proceso ayuda a aceptar por que no vamos a entender a Dios en todo momento: no podemos poner límites a su providencia. También ayuda a aceptar por qué no nos vamos a entender a nosotros mismos en todo momento: nos hallamos en conversión continua. El mundo está abierto y a él nos abrimos, como la mostaza cuando crece y la levadura cuando fermenta.

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.

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(Lc 6,12-19.) Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles.  Con la elección de los Doce, Jesús establece conEllos una especial pertenencia mutua los acredita comprometiéndolos con el Evangelio y la propagación del Reino, pero ligándolos a Él. Sus «nombres», tan destacados,, reconocidos en los  de la primera comunidad cristiana, están muy lejos de equivaler a dignidades y honores. Los Doce son enviados (apóstoles) para predicar con una vida que sustente su misión. Esa vida ha de reproducir la de Jesús. Cuanto hagan a partir de ahora formará parte de ese mosaico polifacético que son los ministerios que brotan del Evangelio. En suma, ser «apóstoles» es, como Jesús,<  bajar del monte»>, para inmediatamente detenerse, también como Jesús, en <«el llano», donde tantos quieren conocer esa <fuerza», la del Señor, que genera vida y doblega la muerte.

Jesús y Bartimeo 27 de octubre de 2024 30º Domingo Ordinario

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( Mc 10,46-52.) "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.  La ceguera en el antiguo Israel condenaba al aísla miento y la penuria económica. La mala salud era sinónimo de infravaloración moral y religiosa, consecuencia de un pecado pasado, propio o de un familiar. Si estás ciego, en el fondo, lo mereces. Encarcelado en esa mentalidad, Bartimeo no tiene otra solución existencial que ponerse a las veras de los caminos. Tienen hambre de inclusión, no solo de salud. Su ruego a Jesús no es únicamente que lo cure. Bartimeo quiere ver a quien le puede decir que su enfermedad no se puede explicar culpándolo o culpando a otros

Una nueva oportunidad

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(Lc 13,1-9)  Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'. La cita era la consabida de cada año. Por esas fechas.  el señor de la finca volvió a quejarse de la esterilidad de la higuera al ojearla de arriba abajo. Su jornalero le pidió por enésima vez que le dejara otro año prórroga antes de cortarla. Había pensado una manera nueva de dar vigor al árbol; parecía que había funcionado en otros sitios. Entonces el señor repitió su refunfuño, pero cedió finalmente a la propuesta. En realidad, ambos, señor y jornalero, sabían de antemano que se produciría el mismo desenlace. En cierto modo, estaban actuando. La razón era sencilla: nadie tenía que convencerlos de las dimensiones infinitas de la paciencia del Creador para con sus creaturas,  incluso con su pobre higuera estéril.

Dios y el tiempo

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Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? (Lc 12, 54-59)  Dios es Señor del tiempo. No lo despieza y desbarata sino que lo conecta internamente: pasado, presente futuro se dicen entre sí, narrando finalmente la vida ante él. Dios nos hace proceso. Pero, para que seamos proceso, hemos de experimentar crisis. El tiempo hilvana crisis continuadas: momentos de un antes y un después, de un así y un de otra manera. Son disrupciones que nos llevan al futuro, que habita Dios. Él es Señor del tiempo por vivir, quien lo carga de sentido y lo llena de miisión  y comunidad. Por ese motivo, a Dios se le ve delante. Y eso es lo que pide Jesús a cuantos lo escuchan: que disciernan. Que es como decir: que sepan leer en Dios el tiempo que tienen en sus propias manos.. 

(Lc 12,49-53) Jesús dijo a sus discípulos: "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!*

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Texto duro el q ue hoy escoge la liturgia. Porque es extraño que Jesús insista en que no traerá paz. De entrada, «fuego» y «división» no son asociables al Reino. Jesús parece referirse a la estela de libertad que deja la fe en nosotros. Creer nos lleva a andar desde una libertad que se torna paulatinamente más profunda. Por una parte, nos explicamos por cadenas de decisiones, con las que la gracia ha ido esculpiendo cuanto somos. La libertad de la fe nos da ser. Pero, por otra, optando es como desvelamos querernos con nuestra fe, y nos señalamos ante los demás. La libertad de la fe pone en riesgo nuestro ser. Entonces sí: por ser libres como Jesús,tendremos que quemar y romper las trampas mortales que se le tiendan a la fe, ila que nos quiere precisamente libres! 

¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!

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 Y Jesús nos anima a creer lo que le ocurre al «empleado» de la parábola. La lejanía de su manera de prepararnos para el final que Dios le dé a la historia.  Crecer en una disposición que evite esa deriva sería la mejor en esta historia. Ninguna alegría  profunda debería tener por único fin el yo. Las urgencias de los otros tendrían que ser las nuestras. Y en ese horizonte va nuestro nombre. Tampoco ninguna necesidad nos movilizaría desde ahora. Lo mucho recibido 

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando

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¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!".  Creemos que tofo es cuestión de puro azar poderoso Los sucesos   han de producirse con muchas coincidencias para que presenciemos eventos espectaculsres. Y envidiamos a quienes nos narran que sí, que se hallaban en el instante justo y en el lugar adecuado cuando pasó lo que merecía la pena... Jesús minimiza el papel de la suerte en todo ello. Para que Dios sea experiencia decisiva en nosotros, no tienen que combinarse factores imprescindibles. La sorpresa exige... preparación. La gracia cuenta con tu disposición continua y predisposición a velar, por lo tanto, encontrarte en un estado permanente de vigilancia no tan solo aleatorio, sino en un estado permanente de atención a ver como lo definitivo sucede. Y por eso, para un espíritu preparado, todo es posibilidad de encuentro