Juan anunciaba al pueblo el Evangelio


(Lc 3, 10-18) Y nosotros, ¿qué debemos hacer?

El Adviento continúa inspirándose a través de 
los impulsos de Juan el Bautista. Su proclama es que lo nuevo no vendrá como si fuera un acontecimiento externo a
nosotros, fruto de un arte de magia. Tampoco llegará como una solucion prefabricada de un áesianismo fácil, un mesianismo instantáneo tipo TikTok . Ciertamente ha de venir un Mesías, pero su venida conecta de antemano con nuestra disposición de acogida. Juan el Bautista es en el que la conversion es eł gesto congruente para con quien quiere habitar entre nosotros. Sería la preparación adecuada
para que pueda producirse en plenitud un encuentro definitivo Con quien viene. Juan quiere convencer de que esa preparación es asequible a cualquiera. Pide que rehuyamos de la idea de que lo nuevo que va a acontecer exija personas que, por excepcionales, son inexistentes. La «gente», unos «publicanos» y hasta varios «militares» le preguntan por el modo de realización de ese cambio. El Bautista porfia en lo mismo: basta con cuidar la realidad que somos y podemos, y volcar en ella la luz que tenemos. Así que, mientras vemos
cómo llega lo nuevo, hay que reconocer el valor infinito de ese estrecho margen de maniobra que es nuestra vida. Juan
el Bautista nos propone que lo asemejemos a la novedad que soñamos. Y eso es... Adviento.

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