Juan el Bautista
(Mt 11, 11-15) No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista.
Jesús recriminó a quienes se le encararon que sufrían un problema serio para reconocer lo verdaderamente
significativo de lo que no lo era. Asíle había sucedido a Israel.
El historial de sus rechazos a ocasiones de oro para crecer
en Dios era muy largo. Ni siquiera Juan el Bautista estaba teniendo suerte con sus contemporáneos. Y la eterna pregunta retornaba con su caso: ¿Qué falta para distinguir lo
definitivo? Jesús da la pista al indicar que Juan era «el que
tenía que venir, con tal que queráis admitirlo..». La bondad se caracteriza por su delicadeza para no imponerse. Nunca
argumentará con el miedo. Solo es diáfana para quien es libre, porque es en la libertad, no en la falta de ella, donde Dios prefiere revelarse.
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