Otra Iglesia.

“Pasemos a la otra orilla” (Mc.4,35)

Con esta idea que Jesús nos propone es con la que en cierta forma podemos identificar la situación actual de la Misión, de la labor pastoral que el Señor ha puesto en nuestras manos.
Disponernos a “Pasar a la otra orilla” importa, en primer lugar, plantearnos un desafío, atrevernos a correr riesgos para alcanzar otras metas, no temer a los inconvenientes que puedan surgir en el proceso en que estamos comprometidos para hacer presente el Evangelio entre nuestras gentes, en nuestros pueblos y ciudades, en todos los ambientes. La Nueva Evangelización, a que nos llama la Iglesia requiere que nos atrevamos a cruzar desde donde hasta ahora hemos estado, hasta donde el Señor quiere que estemos.
Disponernos a “Pasar a la otra orilla” importa, en segundo lugar, ponernos de acuerdo y coordinarnos para que tanto el cruce, como lo que podamos hacer en “la otra orilla” vaya en beneficio del bien común. El ser Iglesia que peregrina como Pueblo de Dios y Sacramento de Salvación en medio del mundo invita, por una parte, a sumar esfuerzos, poniendo cada uno todo lo que esté de nuestra parte para que en definitiva sea EL quién reine y, por otra, a vivir y a acoger con espíritu de comunión lo que la Iglesia nos está proponiendo.
Proponernos “Pasar a la otra orilla” implica, por último, estar decididos a dejar en “esta orilla” en que estamos, todo aquello que nos impide que se realice el Plan del Señor en cada uno. Sólo será posible alcanzar “la otra orilla” en la medida en que estemos dispuestos a olvidar todas aquellas actitudes que nos hacen muchas veces de lastre, en la medida en que estemos dispuestos de corazón a perdonar sinceramente a aquellos que pensamos que nos han ofendido, en la medida en que seamos capaces de superar esos estúpidos orgullos que, muchas veces, nos impiden ser felices y de tener la humildad de saber pedir perdón.
Jesús toma la iniciativa. Sus palabras nos remiten a las pronunciadas en 1,38: “Vayamos a otra parte”. Aquí como allí hay una intención misionera.
Lo curioso es que no será un viaje fácil. El “estar” con Jesús no exime a sus discípulos de los peligros; prácticamente es Jesús quien los lleva a arriesgar sus vidas en una situación llena de pánico, la tempestad que por Él será calmada. Con Jesús tendremos que aprender a vencer los miedos en un camino de seguimiento y de misión que nunca será fácil.

¿Pasamos a la otra orilla?
Camino de la otra orilla. En eso estamos todos; cruzando el lago de la vida

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