Con el pueblo de Haití













A la orilla del camino hay dolor, sufrimiento de la gente.
Se escucha el grito desgarrador pidiendo ayuda.
El pánico, la muerte, la destrucción envuelven al país más pobre de América.
El sin sentido, el para qué todo, son preguntas que nos hacemos todos/as.

Jesús está en esta situación desastrosa.
Su voz habla de vida, su rostro habla de amor.
Estando Él en medio, no todo está perdido.
Es posible que la vida renazca.
Alguien está sembrando mucho amor en ella.
De nuevo pueden brotar la esperanza, la creatividad, la belleza.
Muchos pies solidarios ya se han puesto en camino.
Manos hermanas se unen para arropar a las gentes que todo lo han perdido.
Todos/as nos acercamos al llanto de nuestros hermanos/as.

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