Catolicismo electoral

'La Cruz de los jóvenes' ha llegado a Donostia. No veo positivos estos encuentros, pues pienso que trivializan el verdadero "fervor religioso". Los jóvenes se entusiasman con estas concentraciones o 'movidas' -aunque ésta ha sido discreta-, hacen de ellas su norte o meta religiosa y se persuaden de estar haciendo 'algo grande' por la causa de Dios. Veo con tristeza cómo algunos o bastantes clérigos animan y dirigen a la juventud hacia este tipo de eventos.

Por otro lado creo que, en nuestro fuero interno, todos pensamos que hay varias motivaciones por las que uno se hace sacerdote, monje, etc. Muchos tienen vocación y hacen verdadera labor. Pero hay también una multitud de hombres y mujeres, de consagrados y consagradas, de instalados e instaladas, que vegetan en la Iglesia del Señor a su costa: «Hic manebimus optime» (Aquí nos quedaremos estupendamente bien).

Unas vocaciones de evasión que, aunque humanas y comprensibles, no son aconsejables, y este hecho el Vaticano debería de señalarlo y analizarlo, en vez de obviarlo o fomentarlo.

Es una realidad que hay personas que buscan en la Iglesia un lugar para 'estar' y un colectivo al cual 'pertenecer' y nada más, lo cual produce tristeza a muchos cristianos, y hasta un cierto escándalo a los que no lo son.

Razón tiene cierto escritor, católico, que afirma: «La Iglesia contemporánea practica preferentemente un catolicismo electoral. Prefiere el entusiasmo de las grandes muchedumbres a las conversiones individuales».

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