Octava de Pascua.


Todo huele a primavera después de la Pascua. Confesar que Jesús ha
resucitado es creer que la Vida vence a la muerte y que lo último no es
el vacío sino la plenitud. Es confesar que la muerte no es la nada sino
“el Padre”.
Algo nuevo irrumpe con fuerza. Después de la Pascua empieza la nueva
era del Espíritu, el que resucitó a Jesús y el que se derrama entre los
creyentes. Estos empiezan a vivir de común acuerdo. Proclaman la
resurrección de Jesús y la Palabra va acompañada de signos curativos y
de liberación.

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