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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

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  SAN JUAN 1, 1-18 Juan contempla en Jesús una paradoja que lo cruza de principio a fin: a El, que es la Palabra, resulta que se le intentará acallar hasta enmudecerlo: «La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió». La conclusión es muy descorazonadora: algo sucede en nosotros que termina repe- liendo la vida auténtica. La problematizamos, la es pesamos y la rechazamos. Dios, al revelarse, revela también ese lado opaco nuestro, que nos traba en el desencuentro con El. Sin embargo, en este día de Navidad celebramos que Belén rompe los pronósticos de que ese desencuentro se perpetua- ría. Quien nos ha nacido es la «luz verdadera», aquella «que alumbra a todo hombre». Y lo que queda fuera de su haz de claridad podemos estar ciertos de que no conduce a nada. Jesús lo formulará muchos años después de su nacimiento. Cuando ya está a las puertas de su Pasión, es decir, cuando el desencuentro entre Dios y la humanidad podía estar lle- gando a un punto irreversible de ruptura ...

Isabel y María.

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  (Lc 1, 39-45) ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?     La alegría que comparten Isabel y María a propósito de este encuentro no queda constreñida al saber que han concebido. La concepción de sus hijos se ha producido en circunstancias que solo pueden explicar con la etiqueta de lo excepcional. Su maternidad, una tardia y otra inesperada, no ha seguido el curso habitual y consabido. Pero Isabel y María son conscientes de que aquellas naternidades inusuales construyen un mensaje que aün se mantiene en secreto. pero que muy pronto dejará de serlo. Saben que, en sus hijos, Dios explicitará su voluntad de salvación para la humanidad. Y como no lo había hecho antes. Las futuras madres están felices, porque algo definitivamente bueno para todos tendrá lugar. Su maternidad viene a proclamar que Dios interviene y que sus hijos, en niveles muy distintos, concretarán ese paso decisivo de Dios hacia nosotros. Todo es ya muy inmi- nente. El tiempo de espera se...

Juan y Jesús

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(Lc 1, 5-25) Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista.. Juan el Bautista y Jesús componen un precioso díptico, en el que ambos vivirán complementariamente el rumbo inédito que asumía el tiempo. A uno le toca prologar el nacimiento de lo distinto, y a otro, darle plena maduración. En esa partitura, Juan el Bautista actúa de preludio para la acogida de Jesús. No sobra tal preámbulo. Se asemeja a tantos tiempos que hemos de consumir antes de que fructifique la misión en la que estamos empeñados. Son tramos silenciosos de roturación de suelos y de siembra paciente de semilla. Hay que hacerlos, aunque sin avistar aún nada que Consuele. Cuánto ayuda saber que, en esos sueños aún borrosos y primeros pasos sin efectos claros, está ya emergiendo la esperanza. Así lo supo Jesús de Juan el Bautista.

Genealogía de Jesucristo, hijo de David.

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(Mt 1, 1-17) Genealogía de Jesucristo, hijo de David.  En la tradición cristiana siempre se asocia el Espíritu Santo a una creatividad fuera de los moldes corrientes. Rasga esquemas mentales, traza líneas inéditas por espacios y tiempos imposibles, desconcierta en su forma de reconsiderar lo que ya se daba por hecho que era inamovible. Con el Espíritu, las biografías humanas mas y comunitarias hacen viajes no planeados y se despliegan con ritmos imprevistos. El Espíritu trastorna, plantea soluciones nunca pensadas, pone luz donde jamás nos hubiéramos imaginado que podría haberla. Vuelve a recomponer la historia con trozos de nuestras vidas que creíamos sueltos y aparentemnente discontinuos, escribiendo así un nuevo relato. De todo eso saben mucho quienes aparecen en la larga genealogía de Jesús, un bue ejemplo de creatividad de Dios para llevar al mundo hasta Belén.

El bautismo de Juan ¿de dónde venía?

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(Mt 21, 23-27] «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado   Es interesante comprobar, en esta enésimna discusión formal de Jesús con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, cómno se reproduce la estratagema malévola de los intereses frente a la búsqueda honesta de la verdad. Fijémonos en que, al final, nos quedamos sin saber qué significado tuvo Juan el Bautista para las autoridades judías. Lo que a ellas les mueve es un simple juego de táctica política, donde Juan el Bautista actúa como una ficha a mover en una compleja partida de ajedrez. Eso que llamamos mundo real funciona así: según intereses que se unen o se separan para responder al momento y de acuerdo con un cálculo de venta- jas o desventajas. Pero la verdad queda despreciada, porque se cree que no la hay. Entonces, claro, se entiende por qué es inútil aclarar «con qué autoridad hago esto».

Juan anunciaba al pueblo el Evangelio

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(Lc 3, 10-18) Y nosotros, ¿qué debemos hacer? El Adviento continúa inspirándose a través de  los impulsos de Juan el Bautista. Su proclama es que lo nuevo no vendrá como si fuera un acontecimiento externo a nosotros, fruto de un arte de magia. Tampoco llegará como una solucion prefabricada de un áesianismo fácil, un mesianismo instantáneo tipo TikTok . Ciertamente ha de venir un Mesías, pero su venida conecta de antemano con nuestra disposición de acogida. Juan el Bautista es en el que la conversion es eł gesto congruente para con quien quiere habitar entre nosotros. Sería la preparación adecuada para que pueda producirse en plenitud un encuentro definitivo Con quien viene. Juan quiere convencer de que esa preparación es asequible a cualquiera. Pide que rehuyamos de la idea de que lo nuevo que va a acontecer exija personas que, por excepcionales, son inexistentes. La «gente», unos «publicanos» y hasta varios «militares» le preguntan por el modo de realización de ese cambio. El Baut...

¿A quién compararé esta generación?

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(Mt 11, 16-19) No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.  La verdad precisa de un requisito: la voluntad para ser acogida. Caso de que esa voluntad no exista, se terminará por negar hasta lo evidente. La experiencia dice que quien pilota nuestra inteligencia es el corazón, que subyace en ella. La mente razonará con acierto si el alma está sedienta de encuentro con lo auténtico. Otro tanto sucede en la vida espiritual. Discernir es imposible cuando no se pretende llegar a ningún lado .Querer es poder De eso se lamenta Jesús, de la atonía del deseo de búsqueda en quienes fueron sus opositores. En el fondo, esa atonía delataba que habían colocado a Dios en algún sitio, pero ciertamente no delante de ellos, desde donde Dios mismo los pudiese llamar a un nuevo encuentro. Tal deseo de encuentro sería el suyo, pero no ciertamente el de ellos.

Juan el Bautista

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(Mt 11, 11-15) No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista.  Jesús recriminó a quienes se le encararon que sufrían un problema serio para reconocer lo verdaderamente significativo de lo que no lo era. Asíle había sucedido a Israel. El historial de sus rechazos a ocasiones de oro para crecer en Dios era muy largo. Ni siquiera Juan el Bautista estaba teniendo suerte con sus contemporáneos. Y la eterna pregunta retornaba con su caso: ¿Qué falta para distinguir lo definitivo? Jesús da la pista al indicar que Juan era «el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo..». La bondad  se caracteriza por su delicadeza para no imponerse. Nunca argumentará con el miedo. Solo es diáfana para quien es libre, porque es en la libertad, no en la falta de ella, donde Dios prefiere revelarse.

El yugo llevadero

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(Mt 11, 28-30) Venid a mí todos los que estáis cansados.  En el mercado de las ofertas seudorreligiosas que hoy existe, el bienestar es uno de los productos estrella. Lo divino queda asimilado a un estado placentero y aproblemático, ideal para quienes habitan ritmos estrexsantes de vida como son los de nuestras sociedades actuales.: pero bajo los adoquines no hay arena de playa (Ismael Serrano). Jesus tampoco renuncia a prometer descanso. Su Evangelio conduce a una pacificación personal y colectiva, mucho mas sencilla y asequible que la que sentían tantos «cansados y agobiados» ante el legalismo asfixiante de los fariseos. Sin embargo, el Maestro no niega que su ofrecimiento de descanso incluye también un lado duro e ineludible. El «yugo» de confrontarnos con lo que resiste al amor no se deja a un lado. Ha de seguirse cargando por muy llevadero y ligero que sea. Con eso sucede lo previsible: los proveedores de espiritualidades tranquilizadoras han quitado de su escaparate al Evange...

Ovdjas perdidas

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  . (Mt 18, 12-14) Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.  Nuestra sociedad está subyugada por los criterios de maximilización del beneficio y se desinteresa de las «ovejas perdidas», No son nada productivas y su cuidado necesita compromisos personales e institucionales de enorme coste. Esta sociedad es un buen proyecto para el mal, como dice Victor Manuel, . Una vez más, la parábola pone en evidencia el estilo de Jesús de ver las cosas. Acostumbra a detectar necesidades puntuales, no genéricas, y a responder a ellas con toda intensidad. Su vida pública está cuajada de aten- ciones particulares y gestos concretos. Quiere regirse por lo cualitativo, no por lo cuantitativo. Se ratifica así, de nuevo, que DioS piensa con otros esquemas que los nuestros. Tam- bién con otro corazón: el que le prohíbe dejar pasar de largo cualquier atisbo de tristeza, esa que explica que no pocas Ovejas se pierdan.