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Mostrando entradas de marzo, 2024

¡Luz de Cristo! DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR. AÑO B.

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(Jn 20, 1-9). Él había de resucitar de entre los muertos.  La Resurrección comienza en el corazón de la oscuridad. La oscuridad de la tumba lo sumió en el silencio hermėtico de la nada. No había sobrevenido repentinamente. Había aparecido desde que nació. Jesús la experimenta paulatinamente, cada vez con más dureza, sin huir de ella. Escandaliza que no reaccione en su contra: que no use armas, que se niegue seguridad, que no piense en sí mismo. Descarta la violencia y desestima medios extraordinarios para dar razón de sí. Jesús, en la Pasión, asume todas y cada una de las bienaventuranzas que predicaba en su vida pública: se manifiesta como pobre de espíritu, como el que llora, como el manso, como el que tiene hambre de sed y justicia, como el limpio de corazón, como el que busca la paz, como el justo perseguido, como el injuriado sobre el que se ha dicho todo mal. Y mientras eso sucede, la oscuridad va creciendo, se adensa y, por fin, sentencia la muerte...    Sin embargo, cuando Pedr

¡Aleluya, ha resucitado! VIGILIA PASCUAL. Ciclo B.

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   (Mc 16, 1-7) Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado El silencio de Dios ha cruzado todo el Sábado Santo hasta esta vigilia. El tiempo ha pesado demasiado. En el aire sobrevolaba la pregunta de si, después del Gólgota, se và a pronunciar de nuevo una Palabra, una vez que esa Palabra ha sido dicha y ajusticiada. Pero ¿Qué es lo que queda aún por ofrecer a la humanidad para que se abra un horizonte positivo? ¿Qué más se le puede brindar? ¿Qué sentido tiene señalar una salida a quien obstinadamente la desprecia? ¿Merece la pena figurarse que todavía le queda una segunda oportunidad al mundo cruel que somos?. Por eso cuesta tanto el silencio ensordecedor del Sábado Santo. Es totalmente justo que el cielo se calle. Sería hasta razonable que se enojase. La oración que se pueda hacer en Sábado Santo parece tardía, llega aparentemente con retraso ¿Pedir a Dios qué, si cuanto nos ha dado lo rechazamos? Solo queda esperar en medio de la completa desesperanza, guiados por quienes espe

Manos del Viernes Santo.

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En el Gólgota. VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR.

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 (Jn 18, 1 — 19, 42).  + «Está cumplido ». C E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. El Gólgota es la historia de la fidelidad del AMOR rechazado. Jesús sintió que Dios le pedía levar el Evangelio al Gólgota, que lo llevara a El, a su Dios-Padre. Allí, en la cruz, debía entenderse que Dios no pondrá a disposición de Jesús su «guardia», aquellas «más de doce legiones de ángeles» que imagina Mateo. En la cruz, Dios es Dios más que nunca: no es sueño humano, no es proyección de intenciones ambivalentes. Dios no está en el palacio de Herodes, ni en el de Pilato, ni siquiera en el Templo. Está en otro sitio, de otro modo. A partir de entonces, si se quiere encontrar la Vida, hay que ir al Gólgota. Pero ¿por qué? El Viernes Santo responde a esa pregunta plantando la cruz de Cristo junto a otras cruces: las del Gólgota y las que después se irán levantando en la historia. Nunca los seres humanos nos hemos reflejado tanto en nuestra potencialidad de muerte como en la Pasión. En el Gól

«Los amó hasta el extremo». JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR.

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(Jn 13, 34). “Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—: que os améis unos a otros, como yo os he amado ”. Para cuando se produce aquella cena, los discípulo tienen serias reservas sobre lo que pueda significar el Amor con mayúscula. Y precaverse del Amor es Como aceptar que no existe: que es una quimera, que lo ünico que genera es mala conciencia. Sobre ese trasfondo, el Maestro hace el gesto de un esclavo y casi exagera la deferencia para con cada uno de sus discípulos lavándoles los pies. Nos olvidamos de la cadencia lenta de aquella acción servil. Lava despaciosamente los pies a Pedro, Andrés Santiago el Mayor. Lava los pies a Juan, Felipe y Bartolomé. Lava los pies a Tomás, Mateo y Santiago el Menor. Lava los pies a Judas Tadeo, Simón el Zelote y Judas Iscariote... El sonido de esa agua cayendo en la palangana fue sacramental. Jesús no se apresura. Expresa a sus discípulos que su amistad por ellos persiste. Les reitera que se les ha dado totalmente y que continuará entregándos

«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». MIÉRCOLES SANTO.

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  (Mt 26, 14-25) "El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado”.  La historia personal de Judas punza amargamente al corazón. Siempre  queda la pregunta de por qué no pudo reaccionar antes de caer en la tentación de provocar el arresto de Jesús. Esa reacción vendría después, pero tarde, y desataría en Judas una culpabilidad galopante que lo terminaría matando. El discípulo fallido ejemplifica el escándalo que despierta la asimetría entre lo que se nos da y lo que devolvenmos en respuesta a esos dones; entre lo que recibimos gratuitamente y lo que devolvemos interesadamente. La confianza que Jesús depositó en Judas no se compadece en absoluto con el desapego que lo mutó en un renegado...    En cualquier caso, Judas sacude nuestro seguimiento a veces cicatero. Nos ayuda a detectar el itinerario de nuestras ingratitudes y a discernír la dinámica que se resiste en nosotros a seguir a quien es todo don de sí.

«Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Martes Santo.

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(Jn 13, 21-33. 36-38). Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces. El grupo de discipulos se rompe poco a poco. Aturde y debilita el ánimo ver cómo se suceden las deserciones. El camino al Gólcota hace estallar por los aires la fidelidad de quienes constituyeron el círculo más íntimo de Jesús.    Habitualmente nos fiamos en los dolores fisicos que le infligió la Pasión. Dejamos a un lado los dolores morales y psicológicos que también hubo de arrostrar. Los imaginamos a propósito del derrumbamiento estrepitoso de sus vínculos fundamentales con los discípulos, a los que había considerado «amigos» desde el principio. Todos llegaron al extremo de la traición, no solo Judas Iscariote. Hasta Pedro se suma al desastre. Y, sin embargo, Jesús no se desmorona.    Como siempre, es capaz de esperarnos incluso más allá de nuestra ingratitud, cuando el gallo ha dejado de cantar.

"Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura" (Jn 12, 1-11). Lunes Santo.

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Qué distinta la reacción de Judas Iscariote a la de María de Betania en los prolegómenos de la muerte de Jesús. Ambos, a su manera, comparten haber sido discípulos. Pero es notorio cómo Judas se ha desconectado de su Maestro. Ya no le cree. El gesto de María hace saltar lo que le distancia de El: para Judas, Jesús no fue adaldid de otro mesianisno más contundente, más práctico y más resolutivo, y ha fracasado.  En cambio, María está viendo al Mesías definitivo, cuya muerte se aproxima y para la que adelanta la unción ritual que practicaban los judíos. Pero María lo hace porque reconoce el misterio de vida resucitada presente en la muerte próxima de Jesús. Su fe es la que perfuma a su Señor.

24 de marzo de 2024. Domingo de Ramos. Ciclo B. Bendito el que viene en nombre del Señor.

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“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mc 14, 1 — 15, 47). Es la impresionante confesión de fe del centurión romano al ver cómo muere Jesús y con la que San Marcos concluye el relato de la Pasión de Jesús. A lo largo de la Pasión lo que Jesús había escuchado eran acusaciones por parte de las autoridades judías, palabras cobardes de parte de Pilatos, peticiones de condena de parte del pueblo que prefiere liberar a Barrabás, insultos y ultrajes por parte de aquellos que están al pie de la cruz… Los que tenían que haber reconocido a Jesús, sea por las profecías de los profetas, sea por sus palabras y acciones a lo largo de la vida, reniegan de él en el momento decisivo. E incluso Pedro le niega por tres veces: “Yo no conozco a ese hombre de quien habláis” (c. 14, v. 71). Sólo el centurión romano, alguien pagano, hace un juicio verdadero de quién es Jesús: “verdaderamente”. El evangelista Marcos destaca con ese adverbio que entre todas las palabras que se dicen en la Pasión éstas s

No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.

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(Jn 8, 51-59) «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Las discusiones en que Jesús se enzarza con los fariseos tienen la forma de auténticas disputas teológicas. Al fin y al cabo, el punto crucial estaba en qué Dios se creía. Todo lo demás era consecuencia del credo que se quisiera defender. Eso explica la dureza de la confrontación. Jesús no la puede soslayar precisamente por lo que está en juego. Su argumento es que «conoce» a Dios como un Hijo tiene conocimiento de su Padre. En esa relación ya no hay tiempo, ni principio ni fin, sino presencia continua de uno a otro. Los fariseos carecen de teología suficiente para imaginar tal relación. Y no se sabe qué les da más vértigo: si un Dios que es tan próximo a la humanidad o una humanidad que es tan próxima a Dios. Dios no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros: con él nos lo ha dado todo.

«No he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

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(Jn 8, 31-42) «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». «La verdad os hará libres». Para afirmar eso, se ha tenido que realizar un largo viaje. La verdad coloca las cosas en su sitio. Da lustre a lo auténticamente bueno. Sentencia justicia donde se empañó la equidad. La verdad recupera el contorno esencial de todo. Despeja la apariencia y te conforma con lo que eres. La verdad es el único camino válido hacia nuestra identidad... Pero, por eso, exige un recorrido arduo y arriesgado. Mientras lo realizamos, conocemos mejor simultáneamente la mentira y su amenaza. La vida deja de ser segura y se convierte en un escenario de conflicto. Pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Romanos 5, 20).  Así lo experimenta Jesús al oponerse a parte del mundo Judío. Y, sin embargo, no teme nada, porque la verdad lo ha hecho libre.

«José, hijo de David, no temas acoger a María».

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(Mt 1, 16. 18-21. 24a) Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.  San José encarna una forma de estar presente efectiva y silenciosamente. El carpintero de Nazaret, a través de su presencia diaria, discreta y oculta, da nacimiento a lo fundamental sin tener que apoyarse en nada extraordinario.    Es testimonio continuo de resiliencia, de acogida a lo imprevisto e incalculable. Aprende, desde el principio, que lo que se va a escribir no es exactamente la historia que él hubiera imaginado, pero reconoce, al mismo tiempo, que ha sido llamado a desempeñar un papel crucial en ella. Sin saber el guion, porque no ha participado en su escritura, acepta ser parte esencial de la narración. Encaja los condicionantes sucesivos que se conjugaron en el origen accidentado y la infancia de Jesús. Responde a la realidad, no discute con los hechos que se le presentan ya consumados, acaba afrontando cuanto viene en un mundo como el nuestro, que se dice a sí mismo imprevisi

Perdón sin Condiciones.

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  Tú nos regalas el perdón. No nos pides negociarlo contigo a base de castigos y contratos. «Tu pecado está perdonado. No peques más. Vete y vive sin temor. Y no cargues el cadáver de ayer sobre tu espalda libre». No nos pides sanear la deuda impagable de habernos vuelto contra ti. Nos ofreces una vida nueva sin tener que trabajar abrumados por la angustia, pagando los intereses de una cuenta infinita. Perdonas siempre. Setenta veces siete saltas al camino para acoger nuestro regreso, sin cerrarnos el rostro ni racionarnos la palabra, por nuestras fugas repetidas. Te pedimos en el Padrenuestro: «Perdónanos como perdonamos». Hoy te pedimos más todavía: enséñanos a perdonar a los demás y a nosotros mismos como Tú nos perdonas a nosotros. (Benjamín González Buelta sj)

«Anda, y en adelante no peques más».

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(Jn 8, 1-11)  «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». Hasta que Jesús pronuncia las palabras finales, la escena es claustrofóbica. No hay futuro. La Ley así lo determinaba para la mujer descubierta en adulterio. Pero los que la rodeaban con piedras en las manos vivían internamente un juicio sobre sí mismos que no deseaban escuchar en absoluto. También ellos, los acusadores, habían cometido algún hecho incriminador que les cerraba las puertas a la esperanza, justo la esperanza que le estaban negando a aquella mujer. El intento de ajusticiamiento público delataba que ya nadie creía en el poder recreador de la misericordia de Dios. Jesús, sin embargo, lo ofrece a la mujer abatida: «Anda, y en adelante no peques más». La escena ya no es claustrofóbica; porque la Vida, todo lo rota que queramos, se ha llenado de futuro. Enséñanos a perdonar a los demás y a nosotros mismos como Tú nos perdonas a nosotros.

Sin “muerte” no hay VIDA

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En el nombre del Padre.

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17 de marzo de 2024. 5º Domingo Cuaresma. «Señor, queremos ver a Jesús»

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El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. Para el Evangelio la vida humana se asemeja a un original «laberinto»: desaconseja que entendamos nuestra vida como si poseyera un centro, enclavado dentro de nosotros mismos, que fuera el terreno a cultivar para salvarnos. El Evangelio no es exactamente un camino unidireccional y solitario hacia el interior de uno. Dentro de nosotros no se halla la compensación a todos nuestros esfuerzos. Más bien, es lo opuesto. El Evangelio comprende nuestra vida como un laberinto al revés. Dios nos invita a salir precisamente de nuestros «ensimismamientos», allí donde solo nos ocupamos de nosotros mismos, para poner la vida en juego e ir al encuentro de los demás y sus necesidades. La salida de nuestros laberintos personales, económicos, culturales y sociales sigue la dirección contraria de a donde nos arrastran nuestros amores propios y egocentrismos. Por ese motivo, aun

Rezando voy. Vive la fe desde lo cotidiano.

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  ¿Seré yo también capaz de afrontar la crítica, la descalificación y la persecución por defender el evangelio? https://rezandovoy.org//reproductor/2024-03-15  

Todavía no había llegado su hora.

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(Jn 7, 1-2. 10. 25-30) «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado». Ya hay una decisión tomada sobre el final de Jesús.   Todo está dispuesto. Sabemos el guion. Pero, mientras se cumple, nos escandalizamos. Pesa aceptar que Jesús provoque una oposición de tal índole. Da a suponer que el bien es incompatible con nuestro mundo y que no se le concede más opción que ser expulsado... Esa intolerancia traspasa los siglos y llega a nosotros. Representa la prueba de que algo insano nos merma por dentro, ante lo que parecería que estemos indefensos, y claro, eso suele llevarnos al pesimismo.    El Evangelio, sin embargo, nos cita con Jesús y nos coloca a su lado. Su cruz resucitada nos narra otro final para nuestra buena voluntad rechazada. El mejor "happy end" para nuestra historia personal y para la Historia univer

Jesús ¿Quién eres Tú?

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(Jn 5, 31-47) " Las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado". La pregunta por su identidad acompaña a Jesús a lo largo de su vida pública. Se le hace continuamente. Sus adversarios están al quite para indagarla a tiempo y a destiempo. Su pretensión, sin embargo, no es honesta. En realidad, reciben los argumentos de Jesús para refutarlos de inmediato.   En ese contexto llama la atención que Jesús opte finalmente por decir «para quién es» , antes que por insistir en «quién es El mismo», Jesús se comprende en referencia a ese Alguien. Por dentro está lleno de un Tú que lo plenifica. Ese Tú determina su «de dónde viene» y su «a dónde va» y es el que explica que sea radicalmente pobre, casto y obediente. El Padre es la esencia plena de Jesús y solo por Jesús llegamos al Padre.   Todo lo suyo es recibido de su Padre. Esa, y no otra, es justamente su identidad.

El amor es el juicio definitivo.

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Juan (5,17-30) "Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio".  No todo da igual, ni posee el mismo valor. El Reino se construye exclusivamente a base de gestos comprometidos con el bien, no sobre relaciones ambiguas y sórdidas con el mal. Por ese motivo, nuestra historia recibirá un juicio. Pero el anuncio de ese juicio no es para provocar el miedo a ser condenados, sino para ayudarnos a caer en la cuenta de lo mucho que podemos hacer de infinito en lo que aparentemente es limitado y pequeño por los cuatro costados.    Cuanto de bueno nazca en nuestra vida cotidiana tiene una repercusión que supera el tiempo y el espacio hasta alcanzar la aprobación misericordiosa de Dios. El amor es lo definitivo. Tal es el veredicto final.     iBendita forma de adelantar el desenlace de un juicio para que, desde ahora, nos sea benigno! 

¿Cuáles son hoy las señales de Dios?

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Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear. https://rezandovoy.org//reproductor/2024-03-11

Día del Seminario 2024, Jaén

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El Seminario Diocesano de Jaén lanza este video vocacional presentando el seminario y su vida con motivo del día del seminario 2024 bajo el lema "Padre, envíanos pastores "

10 de marzo de 2024. 4º Domingo de Cuaresma. Ciclo B. Jesús y Nicodemo.

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    La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz. Cuando miramos a Cristo en la cruz, es preciso creer en Él, para tener vida y tenerla en abundancia (Jn 10,10). Desde lo alto de la cruz, Jesús nos dice que la persona que ha logrado vivir en plenitud es la que se ha hecho esclava por amor. Amor hasta dar la vida por los hermanos. Se nos habla del juicio, que tendrá lugar no sólo al final de los tiempos, sino que tiene lugar ya hoy. La luz ya ha venido al mundo, y de cada uno de nosotros depende aceptarla o no. Porque Dios nos ha amado mucho. Hay decisiones que nos acercan a lo que Dios quiere, y otras que llevan a la muerte eterna. En todo caso, Jesús se ha hecho presente para ser fuente de salvación, reflejo del amor de Dios. Nos extiende su mano, para ser la luz que nos rescata de las tinieblas. Hay libertad para aceptar o no esa luz. Pero si se acepta, hay que actuar conforme a la verdad y a lo que Dios nos inspira. ¿De qué manera? Creyendo. C

3 de marzo de 2024. 3º Domingo Cuaresma. Ciclo B. El marketing de los evangelistas.

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  No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.    El primer marketing cristiano lo llevaron a cabo los evangelistas al adaptar la Buena Noticia a distintos ámbitos y circunstancias. Así lo pudimos ver en el Evangelio de Marcos el domingo pasado. Un relato de gran belleza literaria, elevada expresividad, fortaleza visual y profundo simbolismo. Una verdadera síntesis narrativa cuyos personajes, acciones y espacio nos ofrecen el esencial contenido de nuestra fe. De igual forma en este domingo Juan construye una escena que ya quisiera para si cualquier cineasta, literato, pintor, dibujante de comic, rapero o artista digital que se precie.  La iglesia desde entonces ha intentado idear resortes, medios, instrumentos con los que comunicar el Evangelio y de esa forma ofrecer la Buena Noticia hasta los confines de la tierra.  Así los manuscritos bíblicos pero también los tímpanos, pórticos y fachadas de muchos templos, los frescos, retablos, bajorrelieves, pinturas, tallas, esculturas, part